Fotografía de Nuria Mezquita
Si el tiempo lo permite,
haré un recuerdo de tu sombra.
Como en Saturday Fever
camino por la ciudad
moviendo las caderas
meneando bien las tetas,
avisando de mi presencia.
Me paro frente a la tienda de licores
y se enciende una lucecita en mi ojo izquierdo,
etiqueta Johnnie Walker.
Arañando el escaparate
braceo como si lo alcanzara
meneo los pies en señal de aleteo
mis uñas tocan la J,
Johnnie
espejismo.
La botella está al otro lado
y yo aquí,
consumida de mierda y asco.
Me escondo en la tristeza de mi escote
y sigo caminado como si nada.
La ciudad me da de bofetadas
y yo me río.
Porque soy el final de la sombra
la estirpe perdida
el agujero del sueño
la sombra de todas las dudas
el secreto peor guardado
el estómago público – número uno
el espejismo de mujer florero
lo que pudo ser
y se quedó a las puertas
de la última floristería.
Como en Saturday Fever
camino por la ciudad
moviendo las caderas
meneando bien las tetas,
avisando de mi presencia.
Para que nadie me olvide
para que nadie se olvide
para que todos recuerden
que las sombras también hablan
y pegan pellizcos en las esquinas
que las tristezas también tienen piernas
y son capaces de abrirlas
para arrancarte un último suspiro.
Si el tiempo lo permite,
haré un recuerdo de tu sombra.
Como en Saturday Fever
camino por la ciudad
moviendo las caderas
meneando bien las tetas,
avisando de mi presencia.
Me paro frente a la tienda de licores
y se enciende una lucecita en mi ojo izquierdo,
etiqueta Johnnie Walker.
Arañando el escaparate
braceo como si lo alcanzara
meneo los pies en señal de aleteo
mis uñas tocan la J,
Johnnie
espejismo.
La botella está al otro lado
y yo aquí,
consumida de mierda y asco.
Me escondo en la tristeza de mi escote
y sigo caminado como si nada.
La ciudad me da de bofetadas
y yo me río.
Porque soy el final de la sombra
la estirpe perdida
el agujero del sueño
la sombra de todas las dudas
el secreto peor guardado
el estómago público – número uno
el espejismo de mujer florero
lo que pudo ser
y se quedó a las puertas
de la última floristería.
Como en Saturday Fever
camino por la ciudad
moviendo las caderas
meneando bien las tetas,
avisando de mi presencia.
Para que nadie me olvide
para que nadie se olvide
para que todos recuerden
que las sombras también hablan
y pegan pellizcos en las esquinas
que las tristezas también tienen piernas
y son capaces de abrirlas
para arrancarte un último suspiro.
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