En esta continua falta de detalles,
olvidamos que las cacerolas
siempre hay que limpiarlas
después de usadas,
fregarlas a conciencia,
hasta que salga el último resto de alimento,
con mano firme
pero con suave esponja
para no arañar los fondos,
esos fondos heridos,
marcados,
incapaces
de albergar nada, luego,
que no lleve aroma
a usado,
a quemado,
a viejo.
2 comentarios:
Esta técnica de utilizar circunstancias cotidianas, aparentemente vulgares, pero llenándolas con la poesía de un significado trascendente, universal -muy el rollo de María Eloy- me parece todo un acierto. Explota esta veta, Nuria: poemas como éstos añadidos a los que ya tienes (Danko, Marilyn, etc.) pueden dar como resultado un tercer poemario EX-TRA-OR-DI-NA-RIO. ¡Besos!
Qué imagen y qué metáfora más buenas.
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